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No te disculpes por hacer tu trabajo.


¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre el poder que tienen nuestras palabras en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás? El lenguaje que utilizamos no solo refleja nuestra autoestima y seguridad personal, sino que también puede influir en cómo nos ven los demás. Te propongo que reflexionemos cómo el uso excesivo del término "perdón" puede ser un indicador de dudas sobre nuestras acciones, y falta de confianza en nosotros mismos, y cómo podemos adoptar un lenguaje más empoderador para fortalecer nuestra autoestima y nuestras relaciones.


Hace unos días en un contexto de internamiento hospitalario llegaron a la sala un par de jóvenes médicos, incluso antes de presentarse los escuché decir a los pacientes: "Perdón por despertarlos..." para después proseguir a solicitar información necesaria para su intervención, recordé cuando hice mis prácticas en un hospital, esas primeras veces al entrar a una sala para presentarme, observar y dar información sobre el servicio de atención psicológica para pacientes y sus familas, y quise decirles el consejo que nos dió la psicóloga titular del área: "lleguen y preséntense, no pidan perdón por hacer su trabajo", Consejo que comenzó a abrirme los ojos sobre cómo me presentaba ante los demás desde mi discurso.




En muchas ocasiones, tendemos a utilizar la palabra "perdón" de manera automática, sin detenernos a reflexionar sobre su verdadero significado y el impacto que puede tener en nuestra autoestima y relaciones interpersonales. El uso excesivo del término "perdón" también puede manifestarse en situaciones en las que nos sentimos incómodos al expresar nuestras opiniones o establecer límites claros.


Revisemos algunas otras situaciones cotidianas* de esta dinámica:


  • Durante una reunión en la escuela, Pablo le comunica a su profesor, el Sr. Gómez, que ha decidido no participar en un taller extracurricular al que había mostrado interés inicialmente. Explica que ha reflexionado sobre sus compromisos y prioridades académicas y considera que no podrá dedicarle el tiempo necesario al taller en este momento. Sin embargo, el Sr. Gómez, quien es el coordinador del taller, insiste en que Pablo debería participar, diciendo: "Este taller es una oportunidad única para ti, no puedo permitirte que te lo pierdas". Ante la presión Pablo solo alcanza a responder cabizbajo: "perdón, Sr. Gómez, discúlpeme, pero realmente no puedo comprometerme en este momento". En este caso, el pedido de perdón de Pablo refleja la dinámica educativa en la que se espera que los estudiantes asuman la culpa por no cumplir con las expectativas de los profesores.

  • En una reunión de amigas, Susana después de comentar un tema personal dice con pena: "Perdón por contarte mis problemas". Cuando compartimos nuestras preocupaciones o emociones con alguien y nos disculpamos por "molestar" o "incomodar" realmente lo que sucede es que estamos pidiendo perdón por buscar apoyo emocional, lo cual dicho así suena bastante choqueante, al pedir perdón por esto estamos minimizando nuestras propias necesidades y emociones.

  • En una cena familiar, Erin llega un poco tarde. Al entrar a la casa, su hermana menor, Ariel, se tropieza y deja caer un plato al suelo, rompiéndolo en pedazos. A pesar de que Erin no tuvo ninguna participación en el accidente, su madre, Marbel, se dirige a él y le dice: "¿Por qué no nos avisaste que llegarías tarde? Ahora Ariel está tan nerviosa que rompió el plato. ¿No puedes ser más responsable?". Ante esta acusación injusta, Erin, sintiéndose culpable y para evitar conflictos, responde con un rápido "Perdón, mamá", a pesar de que no tuvo ninguna responsabilidad en el accidente. En este caso, el pedido de perdón de Erin refleja la dinámica familiar en la que se espera (y se promueve) que asuma la culpa por situaciones sobre las que no tiene control, perpetuando así la desigualdad en la relación familiar. Esta tendencia a asumir la culpa puede socavar nuestra autoestima y perpetuar dinámicas de poder desiguales en nuestras relaciones profesionales y personales.




En vez de "Perdón por molestar", dí: "Gracias por escucharme".

Entonces, ¿qué podríamos responder?. Exploremos algunas alternativas. Cuando Pablo fue presionado por su profesor para participar en un taller extracurricular, podría haber mantenido su posición de manera respetuosa pero firme. Una alternativa sería: "Aprecio mucho la oportunidad que me está ofreciendo, Sr. Gómez, pero he reflexionado sobre mis compromisos actuales y creo que no podré dedicarle el tiempo necesario al taller en este momento", pero seamos realistas, en esos momentos es difícil estructurar una frase tan completa, entonces un sencillo "Te agradezco que respetes mi decisión" podría ser más adecuado. Cuando Susana se disculpó por "molestar" al compartir un tema personal en una reunión de amigas, podría haberse expresado de manera más asertiva. Una alternativa sería: "Quisiera compartir algo que me ha estado preocupando. Espero que puedan escucharme y brindarme su apoyo" o "Gracias por escucharme". En el caso de Erin, cuando fue culpado injustamente por el accidente de su hermana durante una cena familiar, podría haber respondido de manera más segura. Una alternativa sería: "Entiendo que estás frustrada, mamá, pero yo no estuve involucrado en lo que sucedió con Ariel. No es justo culparme por algo que no hice". Estas alternativas de lenguaje empoderador nos permiten comunicar nuestras necesidades y límites de manera clara y respetuosa, reforzando así nuestra autoestima y promoviendo relaciones más saludables y equitativas.



El otro lado de la moneda:


Ahora, por supuesto que hay situaciones donde el perdón puede útil. El perdón genuino no solo implica reconocer el daño causado a otra persona, sino también asumir la responsabilidad de nuestras acciones cuando sea justo hacerlo y comprometernos con un cambio de actitud para evitar repetir dichas acciones en el futuro. Es un proceso que va más allá de las palabras y requiere una verdadera reflexión sobre el impacto de nuestras acciones en los demás. Cuando reconocemos que hemos herido a alguien, ya sea de manera voluntaria o involuntaria, es crucial reflexionar sobre nuestras acciones y entender el daño causado. Esto implica examinar nuestros motivos, valores y las consecuencias de nuestras decisiones así como asumir la responsabilidad por nuestras acciones y sus repercusiones en los demás. Esto significa reconocer nuestro papel en el daño causado y estar dispuestos a enfrentar las consecuencias de nuestras acciones.

"Pedir perdón genuinamente, es parte de un proceso de reflexión, y se acompaña de un cambio de actitud".

Sin embargo, el perdón genuino va más allá de las disculpas verbales. También requiere un cambio de actitud y comportamiento para evitar repetir los mismos errores en el futuro. Es la oportunidad para asumir el compromiso activo de trabajar en nosotros mismos y en nuestras relaciones para evitar causar más daño. Es importante reconocer que el perdón sin un cambio genuino de actitud es simplemente manipulación. Pedir perdón sin estar dispuesto a cambiar nuestro comportamiento no solo es deshonesto, sino que también socava la confianza en nuestras relaciones y perpetúa el ciclo de daño. Si vas a pedir perdón o te piden perdón por algo, ten en cuenta que: El perdón genuino es un proceso profundo que implica reflexión, responsabilidad y un compromiso real de cambio. Solo cuando estamos dispuestos a enfrentar nuestras acciones con honestidad y trabajar activamente para mejorar podemos alcanzar un perdón verdadero y sanador.


En conclusión, los ejemplos cotidianos de interacciones nos muestran la importancia del lenguaje en el empoderamiento personal y las relaciones. En lugar de recurrir automáticamente al "perdón" como una disculpa sin reflexión, debemos considerar alternativas que refuercen nuestra autoestima y fomenten relaciones más equitativas y respetuosas. El perdón genuino, además, va más allá de las meras palabras de disculpa. Requiere una profunda reflexión sobre nuestras acciones, el reconocimiento del daño causado y la disposición a asumir la responsabilidad cuando sea necesario. Implica un compromiso activo de cambiar nuestra actitud y comportamiento para evitar repetir los mismos errores en el futuro. Al adoptar un lenguaje más consciente y empoderador, y al abrazar el perdón genuino, no solo fortalecemos nuestra autoestima y nuestras relaciones, sino que también promovemos un mayor crecimiento personal y una convivencia más armoniosa en nuestra vida cotidiana.


¿Tu pides perdón sin pensarlo?


Yo te escucho.

Psi Margarita González.

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*Las situaciones y nombres son ficticios y no están basados en eventos particulares, sin embargo muestran dinámicas de relación comunes.

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